A veces parece que el monopolio del fútbol vive al margen de toda crisis económica por el poder mediático e institucional de sus infinitas arcas presupuestarias, muchas con poderes cercanos al PIB de algunos países. Oligarcas, jeques y millonarios compran ahora clubes como si de un juguete se tratara, y algunos aprovechan para limpiar la imagen de su país con estas acciones. Polémicas aparte, el fútbol vive una situación inédita, la de un parón absoluto de casi 2 meses sin  que ruede el balón. Y eso le arrebata su aura de invencible. Una economía única en el mundo que hoy sufre un desplome casi total de su actividad por el coronavirus. 

Para que nos situemos: en 2018, el deporte rey generó a nivel mundial 40.000 millones de euros, más del doble de ingresos que su principal perseguidor, la versión estadounidense del fútbol. Clubes con ingresos anuales cercanos a los mil millones como Barcelona y Real Madrid, jugadores con un valor de traspaso superior a los 100 millones de euros o clubes que desembolsan cantidades superiores a los 200 millones para reforzar sus plantillas en verano son realidades del ayer. Cuesta imaginar la misma realidad en una situación como la de ahora. Y es que todo ha cambiado. 

En España se estima una caída de la actividad del 9,2% en 2020 con un consecuente repunte del paro al 19% en 2021. Una oleada de pérdidas que nos llevan irremediablemente hacia una etapa de recesión económica a nivel mundial. Y sálvese quien pueda. Quien mejor se anticipe a esta caída saldrá ganador de la batalla de la reactivación “post-coronavirus”. En el fútbol pasa exactamente lo mismo. 

Con la Ligue 1 y la Eredivisie canceladas, la Serie A en discordia y la Liga Santander y la Premier League a la espera, todo sigue en pausa. Mientras, los grandes clubes europeos se distraen jugando alMonopoly planeando fichajes imposibles y operaciones mareantes de dudosa ejecución. La realidad es muy distinta. Son prácticamente todos los clubes quienes han tenido que aplicar una rebaja sustancial de lossalarios millonarios de sus futbolistas para hacer frente al parón y para poder pagar a sus trabajadores más humildes. Y es que si no rueda el balón tampoco ruedan los billetes en las oficinas. Toca apretarse el cinturón para poder cuadrar números. A algunos les tocará vender para sobrevivir y tendrán que tirar de cantera o de jugadores de poca monta para su subsistencia. Poca broma. Y no les va a pasar sólo a aquellos clubes pequeños que dependen mayoritariamente de los ingresos de televisión y de la taquilla, que también, pero aquí todos sufren, incluidos los Barça, Madrid, City o PSG, aunque cueste creerlo. 

Quizás haya algunos que puedan salvar los muebles con ayudas externas. O lo que es lo mismo, con el “comodín del jeque”. Es el caso del Newcastle United, club inglés de la Premier League, que habría cerrado la venta del club a un fondo soberano de Arabia Saudí por un valor cercano a   los 343 millones de euros. El nuevo propietario, el príncipe Mohamed bin Salman, aquel que sueña con juntar a Cavani, Bale y Vidal para devolver al club al estrellato del fútbol inglés. El nuevo rico que esquivará la crisis y se erigirá como uno de los nuevos jefes del mercado de fichajes de este verano. O quizás no, quién sabe. Por ahora todo sonespeculaciones

Lo que es bastante seguro es que en Can Barça no se esperan grandes inversiones en fichajes por el momento. Sí que surgen especulaciones a diario y afloran nuevos nombres, cada uno más  inverosímil que el anterior, pero nada va en serio. Seríamos demasiado ingenuos si pensáramos que la junta directiva va a poder afrontar gastos cercanos a los más de 100 millones de inversión entre ventas (158,9 M) y gastos (273 M) del verano pasado. Nada más lejos de la realidad. 

El juego de trueques entre clubes va a ser el nuevo modus operandi del mercado que se avecina, el de ofrecer una carta por otra, o trabajar con cesiones sin opción de compra que no acarreen demasiados gastos. A menos que algunos estén dispuestos o incluso obligados a vender jugadores por un precio muy por debajo de su valor real. Nadie podrá pagar los 40 millones de euros que el Barça pedía al Inter por Arturo Vidal, ni los más de 100 millones de cartel que le pone el Barça a Coutinho. Salvando el comodín del futuro Newcastle saudí, todo pierde valor. 

Se avecina un verano movidito, eso seguro. Que los clubes no tengan tanto para invertir no significa que no vaya a haber movimientos por todas partes, ni mucho menos. Ahora es cuando mejor hay que saber gestionar las plantillas. Quien sepa moverse mejor será quien se lleve a las mejores gangas y sepa enganchar al próximo Halaand o al próximo Mbappé en medio del caos del mercado. El fútbol no se salva del caos, pero juega a especular mientras el balón sigue sin rodar. 

Iker Lloveras @LloverasIker

Colaborador

Fundación Eric Abidal

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